Gran Bretaña aspiraba a la supremacía en Europa para lo que debía controlar el comercio marítimo con la mayor y mejor flota de guerra posible, y quería evitar a toda costa que una única potencia obtuviera la supremacía en la Europa continental. El Imperio Británico inició una nueva fase en su política, aislándose de los problemas del continente y permitiendo que el resto de potencias pelearan entre ellas sin intervenir, ya que la desunión continental aumentaba el poderío británico. Sin embargo, dos acontecimientos obligaron a Gran Bretaña a cambiar de política: los choques entre potencias por el control de África y la vertiginosa ascensión de Alemania, una potencia que había comenzado a superar a Gran Bretaña en desarrollo económico.
La Salle Córdoba
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